11/12/2014

Paisanaje





MARICHU 



[El presente trabajo -texto y fotos- ha sido realizado por Ángel Antonio García García, Toño, en el mes de septiembre de 2014, al cual le agradecemos su colaboración. El autor se acerca a la vida de una mujer pionera que ejerció el oficio de comadrona en Bimenes y que ayudó a ver la primera luz a muchos vecinos que hoy rondan el medio siglo de vida. Después se fue a vivir a tierras andaluzas donde continuaría desarrollando su profesión]





Marichu



Marichu, Toño y Juani




                    Bimenes, 21 de Septiembre de  2014

                    Este día se hizo un emotivo reconocimiento a una mujer valiente, ejemplar, emprendedora, adelantada a su tiempo… Estamos hablando de María  Jesús Fernández Iglesias, a la que popularmente conocemos por Marichu. Marichu la matrona, comadrona, partera  u obstetra,  la  persona que a muchas  mujeres y hombres de Bimenes, allá  por los años 50  y  60 del siglo pasado ayudó a ver su primera luz, la luz que desde Peñamayor nos despierta todos los días a  los yerbatos. Pero quiso el destino que ella, la que intensamente ama a esta mole de caliza, no viera esos primeros rayos del sol de La Peña en Bimenes, sino en Colunga, donde su abuelo prestaba sus servicios como sargento de la guardia civil. Reside luego en Gijón y a los 10 años viene a  vivir a Martimporra con sus abuelos paternos.

                Será don José María, maestro que era de Nava, quien descubre las posibilidades de Marichu y anima a la familia a que inicie  los estudios del bachiller. Supera con éxito el primer curso por su empeño y las ayudas que le proporcionaron las ciencias humanas para vencer los escollos que aparecían en las Matemáticas.  

                El segundo curso debería esperar dos años porque el nuevo maestro con destino en La Figar  se presta más dispuesto al julepe que a enseñar convenientemente  a María Jesús. Tras ese año perdido no se desanima, es más, coge más impulso y se atreve  a ir a Rozaes con  Don Germán. Su condición de niña la obliga a poner mucho tesón porque a la distancia se le une la escasez de niñas   que estudian, solo Eladia, Aida y  Puri la acompañan frente a la mayoría de niños, entre los que recuerda a Paco Paniceres, Bernardo Noriega, Pedrín, Jaimín, José Antonio y … alguno más.  Logra prepararse   con garantías  para superar  los cursos que le faltan hasta 4º yendo a examinarse a Oviedo. Así era el camino tortuoso para los estudiantes procedentes del mundo rural.

               Pero lejos de debilitar sus ánimos la fortalecen y ya tiene bien claro que los suyo es dedicarse a traer vida al mundo  e inicia en Oviedo los estudios de matrona y de practicante. De nuevo debe trasladarse lejos de su lugar de estudio para obtener los títulos correspondientes. Nada menos que en Valladolid logra alcanzarlos y sólo entre las convocatorias de Junio y Septiembre. Ahí queda eso, los cuatro cursos superados en un solo.

                Tras las prácticas en Sama  quiere trabajar ya, pero es demasiado joven, no tiene 19 años y debe esperar. Colabora en el trabajo del negocio familiar  ayudando a su tía en Martimporra. Así va llegando el día esperado y sin pensarlo dos veces se ofrece a ocupar la plaza de matrona subvencionada en aquellos tiempos por el Ayuntamiento. Era el año 1953 y comenzaría a cobrar 275 pesetas al mes más 62 pesetas por cada intervención en los alumbramientos, Si había que coser, porque Marichu  sabía, lo hacía sin dudarlo y si tenía que hacer el certificado de nacimiento  aumentaba en 30 pesetas los honorarios.

                Antes de continuar con su gran entrega y dedicación con tan corta edad, deberíamos  pensar en el Bimenes de ese año, con  tan sólo la carretera de Nava a  Barredos y  la San Julián a La Pola. Aún así, con la escasez de carreteras , Marichu  iba en su único medio de transporte, la bici. En ella  se desplazaba hasta donde podía y de allí a la casa de turno andando  en zapatilles y chanclos. Algún vecino  le ofrecía ir a caballo, pero tras la primera experiencia  que le costó una semana para volver a su sitio “les sos piernines”, 
prefería  ir por sus medios superando  vientos, lluvias, nieves y  “folleros” interminables.

                Cualquier  momento del día o de la noche era bien recibido para acudir a su labor y si la pereza extrañamente aparecía,  ya se encargaba “ la so   brava güela”  Prima de  espabilarla: “Venga neña ponte de arte que eso nun tien espera”

                Y así, recorriendo Bimenes, Marichu se hizo imprescindible,   porque  su saber  hacer y la ternura de sus manos   hicieron transformar el primer llanto en risa   a Amparito y Marlén en la Figar, Tino  y Miguel en el Caburniu, Violeta, María Olvido , Margarita  y Luis Miguel en San Julián, Carlos, Luis y Cristina en Rozaes, Alfredo el del boticariu en Nava y tantos y tantos más que  no cabrían en estas pocas líneas  que pretenden recordar sus andanzas y curiosidades. Curiosidades que recuerda con una sonrisa nostálgica,  pero llena de la alegría  de mostrarles la luz de Bimenes, la luz de nuestra  Peñamayor  o Peña Mayor,  como se prefiera.

                Recuerda el café que le sirvieron en la taza fregada en la “esllava” y que al no ver el agua que debería aclararla, el café luchaba por evadirse de los lamparones  de grasa que flotaban y que como no podía ser de otra manera  en ella,  soplando con disimulo para apartar lo que flotaba,   logró beberse el café  para no hacer un feo a la anfitriona, que bastante tenía la “probe” entre dolores y dilataciones tardías.

                También recuerda con asombro aquel vientre quemado por los “fomentos” aplicados con paños bien calientes  para aliviar los dolores. Y como,  gracias a su decisión de ponerse encima de otra recién  parida,  logró  oprimir  la arteria uterina y evitar la  fatal hemorragia,

                También rememora que los lugares de la intervención eran dispares, no siempre había un “cuartu” con su cama, a veces lo suplía  una mesa, una tabla bajo un horro o en una cuadra: penurias que Marichu superaba con temple por sus ganas de ganarse la vida y sobre todo de traer a la vida.

                De la misma manera, tan fresca la memoria, le viene  el recuerdo de aquella mujer que próxima a su parto en un ataque de no sabe que, locura o desesperación, se puso de pie  en la cama  y dando un salto expulsó a su niño ,que Marichu logró atrapar emulando al mismísimo gran portero del Iberia Manolete.

                No quisiera tampoco  dejar de recoger otra gran experiencia suya. La llamaron de Nava para  enseñar la luz primera a Alfredo, el del boticariu Caso. El parto fue bueno pero era tarde y la invitaron a quedarse. Después de cenar el bebé comenzó a llorar sin consuelo  y como  la madre estaba cansada Marichu  se fue a dormir con  el niño y en su regazo se acabaron los lloros. Hace poco le recordaba a Alfredo, nuestro farmacéutico, que Marichu fue la primera mujer con la que se fue a la cama.

                Recuerda también con gracia que era la matrona oficial  de las esposas del cuerpo de la Benemérita. Por  5,50 pesetas al mes, debería atender los posibles nacimientos. No cabe duda del ventajoso contrato para una de las dos partes.

                Era nuestra obligación como yerbatos hacer este pequeño homenaje a Marichu, por su valentía y entrega en tiempos tan precarios. En alguna ocasión la invitaron a evitar la vida pero ella había estudiado para lo contrario y nunca quiso hacerlo, iba contra sus principios fraguados ya a tan corta edad.


                Entre tanta entrega y tantas dificultades también tuvo una gran alegría, para ella la mejor intervención de su vida. Un día llega un andalucín muy curiosu a Martimporra a pasar el verano con su tío, el sargento del puesto. En su Jaén natal, Vale, soñaba con los chapuzones en el mar. Al día siguiente de su llegada pregunta al guardia de puerta que donde está el mar en Bimenes para darse un baño. El guardia le contesta que caminando 43 Km en dirección a San Julián llegaría a la playa soñada.

                Pese al inconveniente de la lejanía al mar Vale sigue viniendo a Bimenes todos los veranos y entabla una relación con Marichu  y con Bimenes que se ve al fin consolidada a los 9 años. “Tardó en decidise, pero valió la pena, mozu mas guapu y buenu nun lu podía encontrar en otru sitiu, mira” Y fue cuando Marichu más abrió los ojos, desplegó la pantalla de su móvil y  con las emociones en alza hizo gala de sus joyas: Vale,  sus 3 hijos y sus 6 nietos.

                 En 1963, después de 10 años de matrona en el municipio, Marichu se va a Linares a vivir  y hasta que sus hijos no son mayores no vuelve a ejercer su profesión. En 1979 decide reincorporarse y lo hace en los meses de verano en el hospital  San Juan de la Cruz de Úbeda. En 1980 ocupa una de la plazas de matrona en el hospital San Agustín de Linares. Es  un cambio tremendo, y se da cuenta de lo mucho que hizo con pocos medios, ahora  con 3 médicos y otras tres compañeras matronas  el trabajo se hace más llevadero.

                A los 61 años decide jubilarse para dedicarse más intensamente a la familia y a disfrutar de los nietos que van llegando. Todos los veranos hasta el 2008, año en el que su Vale nos deja, vienen a Bimenes, municipio por  el que su marido siente especial atractivo. Actualmente viene en compañía de su gran amiga Juani y juntas  lo recorren  recordando sus días de matrona y sus días de madre y esposa de Vale.

                Una matrona que está empezando a ejercer su profesión, Carla Ranzini, argentina, escribe : 
“Era mi primer parto,  la adrenalina me invadió por completo, estaba allí, sola ante esa vida a punto de llegar. Me temblaban las manos, se me caían las lágrimas, tenía miedo de no poder tomar al bebé; pero reaccioné y fue inolvidable, perfecto. Nunca me olvidaré de esa mujer tranquila, para ella su séptimo hijo, para mí mi primer día de  matrona”. Como se dice la historia se repite  y me gustaba que lo leyeras porque sé que es lo que sentiste tú.

Muchas gracias matrona   y que la vida  y la salud te permitan seguir despertando  feliz muchos años con los rayos que se cuelan entre los olivos de Linares  o con la luz vigorosa de nuestra Peña,  porque Marichu, como decía Leon Tolstoi “ No hay más que una manera de ser feliz, vivir para los demás”. Tú mereces ser muy feliz porque tu entrega fue plena.



 Ángel Antonio García Garcia (Toño)

  La Figar, 7 de Septiembre de 2014