[En este apartado daremos cabida a los vecinos del concejo que a lo
largo de los siglos destacaron en diferentes facetas de la vida. Aparecerán clérigos, deportistas olímpicos, diplomáticos, catedráticos,
pasando por pintores, marqueses, etc.]
MELANIO ASENSIO MONTES
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En Lisboa, en lo más alto (de corto) |
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Campeón: 100 m lisos |
Con el premio San Diego |
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Melanio Asensio Montes, convaleciente |
Nace en Suares, Bimenes, el 18 de mayo de 1936. Hijo de
Adelina, natural de Suares, y de
Melanio, de la provincia de Zamora. Su padre fue maestro y alférez provisional,
luego pidió la excedencia y desempeñó el cargo de gerente en la mina de carbón “Mari”,
de Bimenes, durante nueve años. Tras pasar varios años de su infancia en
Zamora, la familia se traslada a Oviedo y comienza los estudios de bachillerato con los Maristas
(un trimestre más tarde que el resto).
Su primera experiencia en el mundo del atletismo no pudo ser
más fructífera, sin apenas entrenar, el hermano Domingo, más conocido como el
Machote, le dice que se vaya preparando porque está próxima su participación en
los campeonatos escolares que se celebrarían en Avilés en las carreras de 80 m
y 150 m, longitud y altura, pero llega el día de la prueba en la pista de La
Exposición avilesina y sólo participa en altura, pues el Machote, despistado,
se le olvidó inscribirlo en las otras tres pruebas; aunque la altura no era su
fuerte, Melanio no se amilanó y se clasificó para la final, en la cual se
encontraría con el campeón de Asturias, no obstante, fueron suficientes dos
saltos para destronarlo y obtener su primer campeonato regional ante el
griterío de sus compañeros de colegio: “¡A-sen-sio, A-sen-sio!”. Tras el éxito
obtenido se hizo cargo de su preparación Manolo García, y lo primero que le
dijo a su nuevo entrenador fue que quería correr, que de salto de altura nada,
que era muy bajo. En la primera carrera que disputa en las pistas del Cristo,
en Oviedo, iguala el récord de España; pidió correr la segunda serie y…lo
batió. Fue su primer récord nacional.
Estando en quinto de bachillerato fingió una lesión para no
seguir estudiando, le hicieron un único examen que consistió en un problema de
matemáticas, estaba él solo en el aula con el libro delante, el director le
dijo: “Luego paso a recoger el examen”. Copió y aprobó. Al siguiente curso
decidió dejar el colegio y estuvo con un profesor particular durante cierto
tiempo.
La fama de Melanio traspasaba las fronteras regionales y los
mejores clubes de España se lo rifaban. Melanio era un diamante en bruto, eso
sí, difícil de pulir. A los 17 años entra en la “Residencia General Moscardó”
de Madrid como preolímpico, donde puede compaginar deporte y estudios. Una
llamada de su padre le manda matricularse en Arquitectura («para aprovechar mis
aptitudes para el dibujo», dice Melanio), le obedece y hasta llegó a comprar un
tablero el año en que estuvo matriculado. Cansado de la Residencia la abandona
al siguiente año, lo mismo que los estudios de Arquitectura. Se matricula en
Aparejadores, en teoría más fácil. La noticia corrió rápidamente por la
capital: “Melanio abandona la Residencia”. Pronto se pondría en contacto con él
el Real Madrid, la sección de Atletismo. «El Real Madrid te ofrece un contrato
de 5 000 ptas al mes, incluyendo residencia, estudios y comida», le soltó un
directivo. Era el año 1958, faltaban dos años para los Juegos Olímpicos de Roma,
y Melanio no se lo pensó dos veces: estaba ganando 50 pts. al mes. Una vez ya
dentro del conjunto merengue y tras comentar la oferta con varios jugadores del
equipo de fútbol (Míchel, Santisteban, Zárraga, Domínguez, Chus Herrera), con
quienes compartía piso, a Melanio le calentaron los cascos. «Para un
internacional eso es un sueldo de miseria, una mierda», le dijo Domínguez, afamado
portero argentino de armas tomar. Al día siguiente el de Bimenes se presenta en
las oficinas del club merengue y les espeta: «O me dais 20 000 pts. o mañana marcho para Oviedo». Don Alfonso, el
directivo a quien Melanio retrata como «un horterón, alto y enchufado», quedó
estupefacto, le dijo que esperase a mañana, que lo hablaría con el tesorero.
«Lo conseguiste», le dijeron al día siguiente. Firmó un contrato de siete años a
pesar de que en aquella época el atletismo era un deporte amateur y estaban
prohibidas las compensaciones económicas. «Fui el estudiante más rico de
Madrid, con todo pago y sin dar golpe», diría años más tarde. En dos meses pasó
de cobrar 50 pts. a 20 000.
Además de los entrenamientos también disfrutaría de su
tiempo de ocio (sus anécdotas son numerosas). Por la capital de España nuestro
paisano era frecuente verlo por la Gran Vía al volante de su impecable Alfa
Romeo Giulietta Sprint, azul, descapotable y de segunda mano, cuyo dinero le adelantó
el Real Madri, luego lo vendió y compró un Opel Récord. Un día viniendo para
Asturias lo dejó para siniestro total al chocar contra un tractor en Mansilla
de las Mulas. Llamó al Real Madrid y consiguió que le compraran otro.
De ligues no andaba mal, mientras salía «en serio» con la
hija de un general de la calle Serrano, se dejaba ver por los cabarets de moda:
el Biombo Chino, Erika, Casablanca… donde era un asiduo cliente. En algunos
entraba con chaqueta y corbata prestadas. En una ocasión ligó con una chica
simulando que le hacían una entrevista, luego ella –pensando que era jugador de
fútbol-
le decía: «¡Cómo se nota que juegas en el Real Madrid, cómo nos miran!». «Qué
será d’ella, prubina», nos comenta Melanio.
También sufrió algún que otro susto, como cuando vio un anuncio
en un periódico que decía: “Se busca hombre honorable”. Se trataba de una joven
con quien compartiría piso en régimen de pensión durante un tiempo. La chica estaba
separada de Fidel, un trapecista del circo Price; un día sonó el teléfono, se
puso Melanio, le preguntó quién era: «Soy un residente». No le gustó el cariz que
tomaba el asunto y se largó, más tarde se enteraría de que quien llamaba no era
Fidel el trapecista sino «un querido de ella», apunta el de Bimenes.
El entrenador ve que está ante un caso perdido y pierde las
esperanzas, mas como los Juegos Olímpicos de Roma estaban a la vuelta de la
esquina y había que conseguir unas marcas mínimas, el de Suares se lo toma en
serio unos meses, lo justo para igualar el récord de España en La Coruña y,
poco después, batir en Lisboa el récord nacional con 10.7, marca insuficiente
para ir a Roma; no obstante, no cesó en su empeño y consiguió rebajar la marca
hasta los 10.5, mínima que le daba el pasaporte automático.
El atleta de Bimenes fue el terror de las pistas, y en su
dilatada carrera solo fue batido por dos atletas españoles: Roca y Sánchez
Paraíso, una en Lisboa y la otra en San Sebastián. Así que cuando estaba presente en las pistas los adversarios
se echaban a temblar. «Corre Melanio, la jodimos», recuerda que decían.
Mientras tanto los días de gloria y fama en Madrid estaban
tocando a su fin, y con 28 años abandona el deporte y no termina los estudios
(«sin oficio ni beneficio»). Cuando su padre fue a Madrid, y creyendo que
estaba en tercero de Aparejadores, Melanio se sinceró diciéndole la verdad: no
estaba ni matriculado, al padre -estaba comiendo- se le cortó la digestión
del disgusto y le dijo que no perdiese más el tiempo y que hiciese las maletas
para Asturias.
Ya en Oviedo se casó -duró el matrimonio 12 años- en
el mes de diciembre de 1966 con Isabel, trabajadora de un banco. A su mujer la
enviaron a trabajar a Madrid, precisamente. Marcha el matrimonio para la
capital con Melanio de acompañante. Intentó buscar trabajo, incluso llegó a
entrar en la Barreiros, de dibujante, enchufado por un alférez provisional amigo
de su padre, pero la aventura sólo duró un mes. Unas semanas más tarde, por
mediación de un antiguo atleta, se colocó en una empresa de fabricación de establos
industriales, en la cual estaría unos meses, hasta que se encaró con el señor García,
(«un tío coloradón, de mala pinta»), el terror de la empresa. Una mañana en que
Melanio entró a dejar tabaco en una oficina en la cual estaba reunido García, empezó
a darle voces al de Bimenes y éste cortó por lo sano: «Usted debe de ser el tal
García de los cojones, yo soy Melanio Asensio, 35 veces internacional, olímpico,recordman de España, y no se levante
porque le suelto una hostia que le dejo los dientes en el cogote». Terminando la
mañana entró en el bar de la compañía y fue felicitado por todos los
trabajadores. No volvería más -ni a cobrar-, saliendo aplaudido y aclamado hasta la calle.
Vuelve a la capital asturiana donde se dedicaría a dar rienda
suelta a sus dos grandes pasiones: pintar cuadros y montar a caballo por los
montes de Peñamayor. Aquí pasaría muchos veranos viviendo en una cabaña en
compañía de sus doce corceles. En la actualidad vive en un céntrico piso de
Oviedo, su cuartel general, y sigue siendo un asiduo de la noche ovetense,
siempre a la sombra de la vieja catedral. Cuenta que en una salida nocturna se
encontró con el entonces alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, y un amigo quiso
echarle una mano con el fin de buscarle una colocación en el hípico, pero
cuando Melanio vio por dónde iban les paró en seco: «Un momento, un momento, si
estáis buscándome trabajo, olvidaros, ¡eh!».
Además de sus triunfos por las pistas de medio mundo
defendiendo la camiseta de la selección española –35 veces internacional-, fue
campeón de España en repetidas ocasiones (en 100 m lisos, 200 m y relevos) y
entre sus hitos más importantes conviene destacar las participaciones en la Olimpiada
de Roma, en los Juegos del Mediterráneo y en los Juegos Iberoamericanos.
Asimismo fue el primer atleta asturiano que participó en una Olimpiada estando
a punto de ir a la de Tokio (1964), una inoportuna lesión lo privó de su segunda
presencia.
Melanio fue una persona que siempre hizo lo que quiso, sin
embargo, cuando le preguntan cómo le trató la vida responde que tiene la espina
clavada de no haber acabado una carrera y de no haber trabajado, pero «la
ventaja de que no pegué golpe nunca, y que conocí 35 países sin haber pagado ni
un avión».
Melanio fue un deportista extraordinario, y aún hoy en día, es
admirado tanto a nivel regional como nacional, sin embargo, en nuestro concejo,
a nivel oficial, nunca se le dio la importancia debida. Tendría que ser la Agrupación
Recreativo-Cultural San Diego de La Fontanina quien le concediese, hace unos
años, en un acto muy emotivo, el Premio San Diego -el único galardón que se
concede en el concejo a personas o asociaciones relevantes- con
todo merecimiento. Siendo nuestro deportista más laureado no estaría mal
concederle algún tipo de reconocimiento oficial o poner su nombre a alguna
instalación municipal sin necesidad de recurrir a personas foráneas.
Participación en
eventos de primer nivel
Juegos del
Mediterráneo. Barcelona (1955)
En el estadio de Montjüic de la capital barcelonesa corre la
final de 4x100 m, el día 24 de julio, en compañía de José María Alonso de
Peralta, Marcelino Hosta y Juan Miguel López. Se quedaron a las puertas de las
medallas ya que consiguieron un meritorio 4º puesto, obteniendo un diploma con
una marca de 44.00.
También participó el jovencísimo atleta de Bimenes (19 años)
en los 100 m lisos. En la eliminatoria celebrada el día 20 consigue hacer un
registro de 11.5, consiguiendo de esta forma el pase a la semifinal. Esta se
disputa el mismo día, unas horas más tarde, y obtiene una marca de 11.6 dando
por terminada su aventura por los Juegos.
Juegos Iberoamericanos.
Santiago de Chile (1960)
Fueron los primeros Juegos Iberoamericanos. Se celebraron en
la ciudad de Santiago de Chile, entre los días 11 y 16 de octubre de 1960, un
mes después de su participación en Roma.
En la prueba de 4 x 100 m, junto a sus compañeros de
selección González, Roca y Albarrán, en la primera eliminatoria quedan segundos
con un tiempo de 42.1, que es nuevo récord de España. En la final, disputada el
día 15, los mismos hombres del relevo quedan sextos con una marca de 42.4.
En la carrera de los 100 m, en la primera eliminatoria,
obtiene el 2º puesto con 10.8, y, en la semifinal, disputada el mismo día 12,
acaba en 5ª posición con la misma marca, quedándose a las puertas de la final.
Juegos Olímpicos de
Roma (1960)
Para un atleta la participación en una Olimpiada representa
su máxima aspiración y el sueño cumplido de toda una vida. Aquí se consagran
las grandes figuras de la historia. Melanio tuvo la oportunidad de ser uno de
los elegidos. Llevó España 13 atletas a Roma. Melanio pertenecía al Real Madrid
(compañero de equipo de Almazán y Miguel de la Quadra Salcedo) y era la mayor
esperanza del equipo nacional a sus 24 años. En principio iba a participar en
la carrera de los 100 m lisos, pero acabó participando únicamente en la de 200
m.
Sus mejores marcas en esta temporada eran 10.6 en los 100 m
lisos y 21.6 en los 200 m (récord de España).
El debut olímpico tuvo lugar una mañana, que formará parte
de la historia del atletismo asturiano, efectivamente, el día 2 de septiembre
de 1960, en el estadio Olímpico de Roma, Melanio entró en la pista para hacer
los habituales ejercicios de calentamiento previos a la gran carrera. Le tocó
una serie clasificatoria muy difícil (entre ellos, el campeón americano Rafael
Romero). El juez árbitro mandó a los atletas a sus puestos de salida, a continuación
-ante
las televisiones de medio mundo y con unas gradas a rebosar- dio el
pistoletazo de salida camino de la gloria, al final, en una reñida prueba, no
pudo clasificarse pese a su gran carrera al terminar en una más que meritoria
quinta posición.
La clasificación fue
la siguiente:
1 Seraphino Santao KEN 21.3
2 Rafael Romero VEN 21.4
3 Manfred
Germer GER 21.6
4 Romain Pote BEL 22.1
5 Melanio
Asensio SPA 22.3
6 Aydin Onur TUR 22.5
Aunque las luces del estadio ya se habian apagado para
Melanio, nuestro paisano no desperdició la ocasión y aprovechó sus últimos días
para conocer la “dolce vita” romana antes de regresar a España. También tuvo
tiempo de codearse con los mejores deportistas del mundo, incluso se fotografió
con el boxeador Cassius Clay («la foto la perdí»).
JOSÉ MARÍA PALACIO MONTES
P. José María, dominico |
Con su abuelo |
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José María Palacio Montes |
Nació
el 9 de noviembre de 1901 siendo bautizado al día siguiente en la iglesia
parroquial de San Julián. Huérfano de padre desde niño, sería su abuelo quien
se encargaría de criarlo y apostar por su educación.
A
los once años ingresó en la Escuela Apostólica del monasterio de Corias (Cangas
del Narcea). En este cenobio recibiría el hábito dominico el 16 de agosto de
1916, realizando el año de noviciado y la profesión religiosa un año después,
además, terminó los estudios de Filosofía.
Es
trasladado al convento de San Esteban de Salamanca donde termina los estudios
de Teología con el grado de Lector (licenciado) y es ordenado sacerdote el 14
de junio de 1925.
Su
nuevo destino le lleva, como profesor, a la Escuela Apostólica de Las Caldas de
Besaya, en Cantabria, donde también ejercería de reclutador de vocaciones
religiosas.
En
1926, cuando contaba con 25 años, fue enviado a realizar el servicio militar a
Larache (África) donde ejerció como capellán auxiliar del Hospital Central.
Dentro del continente africano también estuvo en Gorgues donde se esforzó en
erradicar la blasfemia, las malas conversaciones y las conductas torcidas.
Vuelve
a su tierra natal para ir, nuevamente, a Corias con el cargo de colaborador del
maestro de novicios y de estudiantes, a la vez que enseña Filosofía Moral,
tarea que repetiría también en Salamanca. Escribió un libro titulado Enquiridón, el cual versa sobre la
propiedad, un prontuario de la doctrina y de las sentencias acerca de este
derecho natural y de su función social. La obra fue traducida al italiano.
Asimismo le dio algunos disgustos y contradicciones por parte de algunos religiosos
que se resistían a asumir las obligaciones de la doctrina clásica, reafirmada
en las encíclicas más recientes de la época. Tambien se dedicó al estudio de la
psicología del delincuente, sobre la pena de muerte, y otras cuestiones relacionadas con la
Filosofia Moral, la Sociología y el Derecho, como dejó patente en las revistas La Ciencia Tomista, entre los años
1930-1936, y La Vida Sobrenatural.
Terminado
el curso 1935-36 sus Superiores le recomendaron trasladarse al monasterio de
Corias con el fin de que se tomase un merecido descanso, pero dada la situación
política del momento —recién estallada la Guerra Civil—parece que presintió su
trágico final, y estando de paso en Valladolid fue a visitar a unas religiosas,
y les dijo: “Voy [a Corias] por obediencia, pero ya no nos veremos más: me matarán”.
Llegado
al monasterio de la ribera del Narcea no dejó de trabajar y redobló su vida de
oración. El día 19 de julio se produjo el primer registro del convento, pero
sería el 13 de agosto cuando es detenido y llevado a Sama de Langreo. En la
noche del treinta al treinta y uno de dicho mes fue asesinado en el Pinar de
Lada y arrojado a un pozo muerto de una mina abandonada, de donde sería sacado
su cadáver por unos vecinos recibiendo cristiana sepultura en el cementerio de
Sama.
En
el claustro del convento de Corias, a la derecha de la puerta de entrada a la
iglesia, hay una losa en su recuerdo. Fue beatificado el 28 de octubre de 2007 en el Vaticano junto a su paisano Severiano Montes Fernández.
Fuente:
familiar.
SEVERIANO MONTES FERNÁNDEZ
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Severiano, con el hábito agustino |
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P. Severiano, de paisano |
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El P. Severiano con algunos familiares en Covadonga |
Hijo
del matrimonio formado por Antonio Montes, labrador, y Cándida
Fernández, nació en San Julián el 14 de marzo de 1887. Eran una familia de nueve
hermanos.
Empieza
cursando Humanidades en el Seminario de Valdediós (Villaviciosa).
El
28 de agosto de 1904, a los diecisiete años, ingresa en el noviciado
agustiniano del Real Colegio de Valladolid, donde profesó de votos temporales
al año siguiente. En Valladolid aprobó el bachillerato y cursó los tres años de
Filosofía.
Después se traslada a Burgos, al monasterio de
Santa María de la Vid, para hacer los estudios de Sagrada Teología. Se
ordena presbítero a los veinticinco años. Pese a su deseo de ir como misionero
a China, fue destinado al Colegio de Calatrava, en Salamanca, donde estuvo
cuatro años ejerciendo la docencia.
En
1916 pasó al colegio San Agustín de Ceuta
donde estuvo hasta 1921. Como director espiritual y subdirector realiza actividades
didácticas y catequéticas. En dicho colegio fundó la Congregación de la
Doctrina Cristiana y organizó el equipo de Damas Catequistas y de Señoritas
Colaboradoras que proporcionaban formación religiosa a muchos niños no
matriculados en él, prestando especial atención a las familias necesitadas. Fue
en esta ciudad norteafricana donde sufrió unas fiebres paratíficas que
degeneraron en un proceso reumatoide que le postró dos meses en la cama,
dictaminando el doctor Prat el traslado a un clima más seco.
Su
nuevo destino sería, otra vez, Salamanca, donde ya mejorado de su enfermedad
obtiene la licenciatura en Filología Románica, tras lo cual es enviado al Colegio
Cántabro de Santander donde daría clase de latín y francés, labor en la que
empleó métodos innovadores que dieron excelentes resultados: dividía la clase
en equipos de tres o cuatro alumnos y conseguía que todos dominaran la
asignatura con excelentes resultados en los exámenes realizados en el
instituto.
A
mediados de julio de 1936, coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil, se traslada
al balneario de Las Caldas de Oviedo para someterse a su tratamiento
antirreumático anual.
A
pesar de ser advertido de que no leyera el breviario en la azotea del balneario
y que vistiese con traje de calle fue identificado junto con el cura de Las
Caldas siendo por ello interrogados. Mandó que pidieran informes a su familia,
éstos llegaron impecables. No obstante , quedaron los dos bajo vigilancia, y
decían misa en privado ayudándose el uno al otro. Pero la suerte ya estaba
echada, en la noche del catorce al quince de agosto fueron detenidos y llevados
en coche a un lugar desconocido. Un testigo diría más tarde que Severiano pidió
unos minutos para prepararse a bien morir y que tras recogerse de rodillas les
dijo, sereno: «Siento lo que vais a hacer porque es un
crimen, pero os perdono ante Dios y ante los hombres».
Murió a los 49 años.
El
28 de octubre de 2007 fue beatificado en el Vaticano junto con otros 497
mártires españoles, entre ellos 24 asturianos más.
Cuando
se inauguró la biblioteca de Bimenes (en La Vega de San Julián) por el
gobernador civil de la provincia, Labadíe Otermín, una tarde del 7 de octubre
de 1956, la bautizaron con el nombre: Biblioteca
Municipal Padre Severiano, en honor a tan insigne bimenense. En la actualidad, la biblioteca del Centro Cultural del concejo se conoce como el Centro de Lectura P. Severiano Montes.
Fuente:
Quiénes son y de dónde vienen. 498
mártires del siglo XX en España. (Editorial Édice, Madrid, 2007).
Datos del Registro Civil del Archivo Municipal de
Bimenes (Libro de Nacimientos)
Fue inscrito por su padre en el
Registro Civil de Bimenes dos días después de su nacimiento —esto es, el 16 de
marzo— a las 10 de la mañana.
Intervino como juez Celestino Vigil
Roces. Secretario, Francisco Suárez Sánchez.
Nació en San Julián el 14 de marzo de
1887 a las 8 de la mañana.
Padres: Antonio Montes Sánchez,
labrador, y Cándida Fernández Cabeza.
Abuelos paternos: Joaquín Montes
Nava y Manuela Sánchez García, naturales de la parroquia de San Julián.
Abuelos maternos: Ramón Fernández
García, natural de Hevia (Siero), maestro de primeras letras, y Ramona Cabeza
Fombella, natural de Valdesoto (Siero), sus ocupaciones. Ambos eran vecinos de
San Julián.
Testigos: Manuel Montes Díaz y José
Sánchez Montes, vecinos de la parroquia de Suares, casados, mayores de edad y
labradores.