7/11/2013

Personajes ilustres








[En este apartado daremos cabida a los vecinos del concejo que a lo largo de los siglos destacaron en diferentes facetas de la vida. Aparecerán clérigos, deportistas olímpicos, diplomáticos, catedráticos, pasando por pintores, marqueses, etc.]






MELANIO ASENSIO MONTES







En Lisboa, en lo más alto (de corto)
Campeón: 100 m lisos






Con el premio San Diego

Melanio Asensio Montes, convaleciente






Nace en Suares, Bimenes, el 18 de mayo de 1936. Hijo de Adelina, natural de Suares,  y de Melanio, de la provincia de Zamora. Su padre fue maestro y alférez provisional, luego pidió la excedencia y desempeñó el cargo de gerente en la mina de carbón “Mari”, de Bimenes, durante nueve años. Tras pasar varios años de su infancia en Zamora, la familia se traslada a Oviedo y comienza  los estudios de bachillerato con los Maristas (un trimestre más tarde que el resto).

Su primera experiencia en el mundo del atletismo no pudo ser más fructífera, sin apenas entrenar, el hermano Domingo, más conocido como el Machote, le dice que se vaya preparando porque está próxima su participación en los campeonatos escolares que se celebrarían en Avilés en las carreras de 80 m y 150 m, longitud y altura, pero llega el día de la prueba en la pista de La Exposición avilesina y sólo participa en altura, pues el Machote, despistado, se le olvidó inscribirlo en las otras tres pruebas; aunque la altura no era su fuerte, Melanio no se amilanó y se clasificó para la final, en la cual se encontraría con el campeón de Asturias, no obstante, fueron suficientes dos saltos para destronarlo y obtener su primer campeonato regional ante el griterío de sus compañeros de colegio: “¡A-sen-sio, A-sen-sio!”. Tras el éxito obtenido se hizo cargo de su preparación Manolo García, y lo primero que le dijo a su nuevo entrenador fue que quería correr, que de salto de altura nada, que era muy bajo. En la primera carrera que disputa en las pistas del Cristo, en Oviedo, iguala el récord de España; pidió correr la segunda serie y…lo batió. Fue su primer récord nacional.

Estando en quinto de bachillerato fingió una lesión para no seguir estudiando, le hicieron un único examen que consistió en un problema de matemáticas, estaba él solo en el aula con el libro delante, el director le dijo: “Luego paso a recoger el examen”. Copió y aprobó. Al siguiente curso decidió dejar el colegio y estuvo con un profesor particular durante cierto tiempo.

La fama de Melanio traspasaba las fronteras regionales y los mejores clubes de España se lo rifaban. Melanio era un diamante en bruto, eso sí, difícil de pulir. A los 17 años entra en la “Residencia General Moscardó” de Madrid como preolímpico, donde puede compaginar deporte y estudios. Una llamada de su padre le manda matricularse en Arquitectura («para aprovechar mis aptitudes para el dibujo», dice Melanio), le obedece y hasta llegó a comprar un tablero el año en que estuvo matriculado. Cansado de la Residencia la abandona al siguiente año, lo mismo que los estudios de Arquitectura. Se matricula en Aparejadores, en teoría más fácil. La noticia corrió rápidamente por la capital: “Melanio abandona la Residencia”. Pronto se pondría en contacto con él el Real Madrid, la sección de Atletismo. «El Real Madrid te ofrece un contrato de 5 000 ptas al mes, incluyendo residencia, estudios y comida», le soltó un directivo. Era el año 1958, faltaban dos años para los Juegos Olímpicos de Roma, y Melanio no se lo pensó dos veces: estaba ganando 50 pts. al mes. Una vez ya dentro del conjunto merengue y tras comentar la oferta con varios jugadores del equipo de fútbol (Míchel, Santisteban, Zárraga, Domínguez, Chus Herrera), con quienes compartía piso, a Melanio le calentaron los cascos. «Para un internacional eso es un sueldo de miseria, una mierda», le dijo Domínguez, afamado portero argentino de armas tomar. Al día siguiente el de Bimenes se presenta en las oficinas del club merengue y les espeta: «O me dais 20 000 pts.  o mañana marcho para Oviedo». Don Alfonso, el directivo a quien Melanio retrata como «un horterón, alto y enchufado», quedó estupefacto, le dijo que esperase a mañana, que lo hablaría con el tesorero. «Lo conseguiste», le dijeron al día siguiente. Firmó un contrato de siete años a pesar de que en aquella época el atletismo era un deporte amateur y estaban prohibidas las compensaciones económicas. «Fui el estudiante más rico de Madrid, con todo pago y sin dar golpe», diría años más tarde. En dos meses pasó de cobrar 50 pts. a 20 000.
Además de los entrenamientos también disfrutaría de su tiempo de ocio (sus anécdotas son numerosas). Por la capital de España nuestro paisano era frecuente verlo por la Gran Vía al volante de su impecable Alfa Romeo Giulietta Sprint, azul, descapotable y de segunda mano, cuyo dinero le adelantó el Real Madri, luego lo vendió y compró un Opel Récord. Un día viniendo para Asturias lo dejó para siniestro total al chocar contra un tractor en Mansilla de las Mulas. Llamó al Real Madrid y consiguió que le compraran otro.

De ligues no andaba mal, mientras salía «en serio» con la hija de un general de la calle Serrano, se dejaba ver por los cabarets de moda: el Biombo Chino, Erika, Casablanca… donde era un asiduo cliente. En algunos entraba con chaqueta y corbata prestadas. En una ocasión ligó con una chica simulando que le hacían una entrevista, luego ella –pensando que era jugador de fútbol- le decía: «¡Cómo se nota que juegas en el Real Madrid, cómo nos miran!». «Qué será d’ella, prubina», nos comenta Melanio.
También sufrió algún que otro susto, como cuando vio un anuncio en un periódico que decía: “Se busca hombre honorable”. Se trataba de una joven con quien compartiría piso en régimen de pensión durante un tiempo. La chica estaba separada de Fidel, un trapecista del circo Price; un día sonó el teléfono, se puso Melanio, le preguntó quién era: «Soy un residente». No le gustó el cariz que tomaba el asunto y se largó, más tarde se enteraría de que quien llamaba no era Fidel el trapecista sino «un querido de ella», apunta el de Bimenes.

El entrenador ve que está ante un caso perdido y pierde las esperanzas, mas como los Juegos Olímpicos de Roma estaban a la vuelta de la esquina y había que conseguir unas marcas mínimas, el de Suares se lo toma en serio unos meses, lo justo para igualar el récord de España en La Coruña y, poco después, batir en Lisboa el récord nacional con 10.7, marca insuficiente para ir a Roma; no obstante, no cesó en su empeño y consiguió rebajar la marca hasta los 10.5, mínima que le daba el pasaporte automático.
El atleta de Bimenes fue el terror de las pistas, y en su dilatada carrera solo fue batido por dos atletas españoles: Roca y Sánchez Paraíso, una en Lisboa y la otra en San Sebastián. Así que cuando  estaba presente en las pistas los adversarios se echaban a temblar. «Corre Melanio, la jodimos», recuerda que decían.

Mientras tanto los días de gloria y fama en Madrid estaban tocando a su fin, y con 28 años abandona el deporte y no termina los estudios («sin oficio ni beneficio»). Cuando su padre fue a Madrid, y creyendo que estaba en tercero de Aparejadores, Melanio se sinceró diciéndole la verdad: no estaba ni matriculado, al padre -estaba comiendo- se le cortó la digestión del disgusto y le dijo que no perdiese más el tiempo y que hiciese las maletas para Asturias.
Ya en Oviedo se casó -duró el matrimonio 12 años- en el mes de diciembre de 1966 con Isabel, trabajadora de un banco. A su mujer la enviaron a trabajar a Madrid, precisamente. Marcha el matrimonio para la capital con Melanio de acompañante. Intentó buscar trabajo, incluso llegó a entrar en la Barreiros, de dibujante, enchufado por un alférez provisional amigo de su padre, pero la aventura sólo duró un mes. Unas semanas más tarde, por mediación de un antiguo atleta, se colocó en una empresa de fabricación de establos industriales, en la cual estaría unos meses, hasta que se encaró con el señor García, («un tío coloradón, de mala pinta»), el terror de la empresa. Una mañana en que Melanio entró a dejar tabaco en una oficina en la cual estaba reunido García, empezó a darle voces al de Bimenes y éste cortó por lo sano: «Usted debe de ser el tal García de los cojones, yo soy Melanio Asensio, 35 veces internacional, olímpico,recordman de España, y no se levante porque le suelto una hostia que le dejo los dientes en el cogote». Terminando la mañana entró en el bar de la compañía y fue felicitado por todos los trabajadores. No volvería más -ni a cobrar-, saliendo aplaudido y aclamado hasta la calle.

Vuelve a la capital asturiana donde se dedicaría a dar rienda suelta a sus dos grandes pasiones: pintar cuadros y montar a caballo por los montes de Peñamayor. Aquí pasaría muchos veranos viviendo en una cabaña en compañía de sus doce corceles. En la actualidad vive en un céntrico piso de Oviedo, su cuartel general, y sigue siendo un asiduo de la noche ovetense, siempre a la sombra de la vieja catedral. Cuenta que en una salida nocturna se encontró con el entonces alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, y un amigo quiso echarle una mano con el fin de buscarle una colocación en el hípico, pero cuando Melanio vio por dónde iban les paró en seco: «Un momento, un momento, si estáis buscándome trabajo, olvidaros, ¡eh!».

Además de sus triunfos por las pistas de medio mundo defendiendo la camiseta de la selección española –35 veces internacional-, fue campeón de España en repetidas ocasiones (en 100 m lisos, 200 m y relevos) y entre sus hitos más importantes conviene destacar las participaciones en la Olimpiada de Roma, en los Juegos del Mediterráneo y en los Juegos Iberoamericanos. Asimismo fue el primer atleta asturiano que participó en una Olimpiada estando a punto de ir a la de Tokio (1964), una inoportuna lesión lo privó de su segunda presencia.

Melanio fue una persona que siempre hizo lo que quiso, sin embargo, cuando le preguntan cómo le trató la vida responde que tiene la espina clavada de no haber acabado una carrera y de no haber trabajado, pero «la ventaja de que no pegué golpe nunca, y que conocí 35 países sin haber pagado ni un avión».
Melanio fue un deportista extraordinario, y aún hoy en día, es admirado tanto a nivel regional como nacional, sin embargo, en nuestro concejo, a nivel oficial, nunca se le dio la importancia debida. Tendría que ser la Agrupación Recreativo-Cultural San Diego de La Fontanina quien le concediese, hace unos años, en un acto muy emotivo, el Premio San Diego -el único galardón que se concede en el concejo a personas o asociaciones relevantes- con todo merecimiento. Siendo nuestro deportista más laureado no estaría mal concederle algún tipo de reconocimiento oficial o poner su nombre a alguna instalación municipal sin necesidad de recurrir a personas foráneas.



Participación en eventos de primer nivel

Juegos del Mediterráneo. Barcelona (1955)

En el estadio de Montjüic de la capital barcelonesa corre la final de 4x100 m, el día 24 de julio, en compañía de José María Alonso de Peralta, Marcelino Hosta y Juan Miguel López. Se quedaron a las puertas de las medallas ya que consiguieron un meritorio 4º puesto, obteniendo un diploma con una marca de 44.00.
También participó el jovencísimo atleta de Bimenes (19 años) en los 100 m lisos. En la eliminatoria celebrada el día 20 consigue hacer un registro de 11.5, consiguiendo de esta forma el pase a la semifinal. Esta se disputa el mismo día, unas horas más tarde, y obtiene una marca de 11.6 dando por terminada su aventura por los Juegos.


Juegos Iberoamericanos. Santiago de Chile (1960)

Fueron los primeros Juegos Iberoamericanos. Se celebraron en la ciudad de Santiago de Chile, entre los días 11 y 16 de octubre de 1960, un mes después de su participación en Roma.
En la prueba de 4 x 100 m, junto a sus compañeros de selección González, Roca y Albarrán, en la primera eliminatoria quedan segundos con un tiempo de 42.1, que es nuevo récord de España. En la final, disputada el día 15, los mismos hombres del relevo quedan sextos con una marca de 42.4.
En la carrera de los 100 m, en la primera eliminatoria, obtiene el 2º puesto con 10.8, y, en la semifinal, disputada el mismo día 12, acaba en 5ª posición con la misma marca, quedándose a las puertas de la final.


Juegos Olímpicos de Roma (1960)

Para un atleta la participación en una Olimpiada representa su máxima aspiración y el sueño cumplido de toda una vida. Aquí se consagran las grandes figuras de la historia. Melanio tuvo la oportunidad de ser uno de los elegidos. Llevó España 13 atletas a Roma. Melanio pertenecía al Real Madrid (compañero de equipo de Almazán y Miguel de la Quadra Salcedo) y era la mayor esperanza del equipo nacional a sus 24 años. En principio iba a participar en la carrera de los 100 m lisos, pero acabó participando únicamente en la de 200 m.
Sus mejores marcas en esta temporada eran 10.6 en los 100 m lisos y 21.6 en los 200 m (récord de España).
El debut olímpico tuvo lugar una mañana, que formará parte de la historia del atletismo asturiano, efectivamente, el día 2 de septiembre de 1960, en el estadio Olímpico de Roma, Melanio entró en la pista para hacer los habituales ejercicios de calentamiento previos a la gran carrera. Le tocó una serie clasificatoria muy difícil (entre ellos, el campeón americano Rafael Romero). El juez árbitro mandó a los atletas a sus puestos de salida, a continuación -ante las televisiones de medio mundo y con unas gradas a rebosar- dio el pistoletazo de salida camino de la gloria, al final, en una reñida prueba, no pudo clasificarse pese a su gran carrera al terminar en una más que meritoria quinta posición.
 La clasificación fue la siguiente:

1                      Seraphino Santao       KEN               21.3
                        2                      Rafael Romero           VEN               21.4
                        3                      Manfred Germer        GER               21.6
                        4                      Romain Pote               BEL                22.1
                        5                      Melanio Asensio        SPA                22.3
                        6                      Aydin Onur                TUR                22.5

Aunque las luces del estadio ya se habian apagado para Melanio, nuestro paisano no desperdició la ocasión y aprovechó sus últimos días para conocer la “dolce vita” romana antes de regresar a España. También tuvo tiempo de codearse con los mejores deportistas del mundo, incluso se fotografió con el boxeador Cassius Clay («la foto la perdí»).












JOSÉ MARÍA PALACIO MONTES



P. José María, dominico







Con su abuelo
José María Palacio Montes





     Nació el 9 de noviembre de 1901 siendo bautizado al día siguiente en la iglesia parroquial de San Julián. Huérfano de padre desde niño, sería su abuelo quien se encargaría de criarlo y apostar por su educación.

    A los once años ingresó en la Escuela Apostólica del monasterio de Corias (Cangas del Narcea). En este cenobio recibiría el hábito dominico el 16 de agosto de 1916, realizando el año de noviciado y la profesión religiosa un año después, además, terminó los estudios de Filosofía.

    Es trasladado al convento de San Esteban de Salamanca donde termina los estudios de Teología con el grado de Lector (licenciado) y es ordenado sacerdote el 14 de junio de 1925.
Su nuevo destino le lleva, como profesor, a la Escuela Apostólica de Las Caldas de Besaya, en Cantabria, donde también ejercería de reclutador de vocaciones religiosas.

    En 1926, cuando contaba con 25 años, fue enviado a realizar el servicio militar a Larache (África) donde ejerció como capellán auxiliar del Hospital Central. Dentro del continente africano también estuvo en Gorgues donde se esforzó en erradicar la blasfemia, las malas conversaciones y las conductas torcidas.

    Vuelve a su tierra natal para ir, nuevamente, a Corias con el cargo de colaborador del maestro de novicios y de estudiantes, a la vez que enseña Filosofía Moral, tarea que repetiría también en Salamanca. Escribió un libro titulado Enquiridón, el cual versa sobre la propiedad, un prontuario de la doctrina y de las sentencias acerca de este derecho natural y de su función social. La obra fue traducida al italiano. Asimismo le dio algunos disgustos y contradicciones por parte de algunos religiosos que se resistían a asumir las obligaciones de la doctrina clásica, reafirmada en las encíclicas más recientes de la época. Tambien se dedicó al estudio de la psicología del delincuente, sobre la pena de muerte,  y otras cuestiones relacionadas con la Filosofia Moral, la Sociología y el Derecho, como dejó patente en las revistas La Ciencia Tomista, entre los años 1930-1936, y La Vida Sobrenatural.

    Terminado el curso 1935-36 sus Superiores le recomendaron trasladarse al monasterio de Corias con el fin de que se tomase un merecido descanso, pero dada la situación política del momento —recién estallada la Guerra Civil—parece que presintió su trágico final, y estando de paso en Valladolid fue a visitar a unas religiosas, y les dijo: “Voy [a Corias] por obediencia, pero ya no nos veremos más: me matarán”.

    Llegado al monasterio de la ribera del Narcea no dejó de trabajar y redobló su vida de oración. El día 19 de julio se produjo el primer registro del convento, pero sería el 13 de agosto cuando es detenido y llevado a Sama de Langreo. En la noche del treinta al treinta y uno de dicho mes fue asesinado en el Pinar de Lada y arrojado a un pozo muerto de una mina abandonada, de donde sería sacado su cadáver por unos vecinos recibiendo cristiana sepultura en el cementerio de Sama.

    En el claustro del convento de Corias, a la derecha de la puerta de entrada a la iglesia, hay una losa en su recuerdo. Fue beatificado el 28 de octubre de 2007 en el Vaticano junto a su paisano Severiano Montes Fernández.

Fuente: familiar.










SEVERIANO MONTES FERNÁNDEZ





Severiano, con el hábito agustino

P. Severiano, de paisano
























El P. Severiano con algunos familiares en Covadonga





    Hijo del matrimonio formado por Antonio Montes, labrador, y Cándida Fernández, nació en San Julián el 14 de marzo de 1887. Eran una familia de nueve hermanos.

    Empieza cursando Humanidades en el Seminario de Valdediós (Villaviciosa).
    El 28 de agosto de 1904, a los diecisiete años, ingresa en el noviciado agustiniano del Real Colegio de Valladolid, donde profesó de votos temporales al año siguiente. En Valladolid aprobó el bachillerato y cursó los tres años de Filosofía.

     Después se traslada a Burgos, al monasterio de Santa María de la Vid, para hacer los estudios de Sagrada Teología. Se ordena presbítero a los veinticinco años. Pese a su deseo de ir como misionero a China, fue destinado al Colegio de Calatrava, en Salamanca, donde estuvo cuatro años ejerciendo la docencia.

    En 1916 pasó al colegio  San Agustín de Ceuta donde estuvo hasta 1921. Como director espiritual y subdirector realiza actividades didácticas y catequéticas. En dicho colegio fundó la Congregación de la Doctrina Cristiana y organizó el equipo de Damas Catequistas y de Señoritas Colaboradoras que proporcionaban formación religiosa a muchos niños no matriculados en él, prestando especial atención a las familias necesitadas. Fue en esta ciudad norteafricana donde sufrió unas fiebres paratíficas que degeneraron en un proceso reumatoide que le postró dos meses en la cama, dictaminando el doctor Prat el traslado a un clima más seco.

    Su nuevo destino sería, otra vez, Salamanca, donde ya mejorado de su enfermedad obtiene la licenciatura en Filología Románica, tras lo cual es enviado al Colegio Cántabro de Santander donde daría clase de latín y francés, labor en la que empleó métodos innovadores que dieron excelentes resultados: dividía la clase en equipos de tres o cuatro alumnos y conseguía que todos dominaran la asignatura con excelentes resultados en los exámenes realizados en el instituto.

    A mediados de julio de 1936, coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil, se traslada al balneario de Las Caldas de Oviedo para someterse a su tratamiento antirreumático anual.
A pesar de ser advertido de que no leyera el breviario en la azotea del balneario y que vistiese con traje de calle fue identificado junto con el cura de Las Caldas siendo por ello interrogados. Mandó que pidieran informes a su familia, éstos llegaron impecables. No obstante , quedaron los dos bajo vigilancia, y decían misa en privado ayudándose el uno al otro. Pero la suerte ya estaba echada, en la noche del catorce al quince de agosto fueron detenidos y llevados en coche a un lugar desconocido. Un testigo diría más tarde que Severiano pidió unos minutos para prepararse a bien morir y que tras recogerse de rodillas les dijo, sereno: «Siento lo que vais a hacer porque es un crimen, pero os perdono ante Dios y ante los hombres». Murió a los 49 años.

    El 28 de octubre de 2007 fue beatificado en el Vaticano junto con otros 497 mártires españoles, entre ellos 24 asturianos más.
    Cuando se inauguró la biblioteca de Bimenes (en La Vega de San Julián) por el gobernador civil de la provincia, Labadíe Otermín, una tarde del 7 de octubre de 1956, la bautizaron con el nombre: Biblioteca Municipal Padre Severiano, en honor a tan insigne bimenense. En la actualidad, la biblioteca del Centro Cultural del concejo se conoce como el Centro de Lectura P. Severiano Montes.


Fuente: Quiénes son y de dónde vienen. 498 mártires del siglo XX en España. (Editorial Édice, Madrid, 2007).





Datos del Registro Civil del Archivo Municipal de Bimenes  (Libro de Nacimientos)

Fue inscrito por su padre en el Registro Civil de Bimenes dos días después de su nacimiento —esto es, el 16 de marzo— a las 10 de la mañana.

Intervino como juez Celestino Vigil Roces. Secretario, Francisco Suárez Sánchez.

Nació en San Julián el 14 de marzo de 1887 a las 8 de la mañana.

Padres: Antonio Montes Sánchez, labrador, y Cándida Fernández Cabeza.
Abuelos paternos: Joaquín Montes Nava y Manuela Sánchez García, naturales de la parroquia de San Julián.
Abuelos maternos: Ramón Fernández García, natural de Hevia (Siero), maestro de primeras letras, y Ramona Cabeza Fombella, natural de Valdesoto (Siero), sus ocupaciones. Ambos eran vecinos de San Julián.


Testigos: Manuel Montes Díaz y José Sánchez Montes, vecinos de la parroquia de Suares, casados, mayores de edad y labradores.